“Soy
maestro… mi vocación y felicidad está cuando enseño, busco sin medida alguna
que mis alumnos amen la Sabiduría. Toco su corazón, formo su mente y lo impulso
para que él logre su transfiguración de su propia vida. Mi alumno… rostro puro,
inocencia educable, actitud buena…mi alumno, mi compromiso con la verdad, mi
pacto con la sociedad con Dios y mi propia Felicidad…”
Hoy como en todos los tiempos, el maestro – el que enseña- , es considerado como aquella persona dotada de un don especial que Dios le ha dado. Enseñar al que no sabe es una acción espiritual que toda persona debe hacer, pero fue y es el Maestro el afortunado en cumplir tal cometido.
El maestro es ante todo, un modelo de las buenas costumbres, de los buenos hábitos y de valores, que llevan al alumno a su trascendencia de su vida cotidiana. Maestro que enseña con su vida misma el sentido de la vida, de la bondad, de la justicia, de la humildad y de la verdad. Ser maestro no es una profesión, es una Vocación; es un llamado a Ser diferente, este llamado tan especial, es comparado al sacramento sacerdotal o a la vida consagrada de un pastor, quizá suene exagerado, pero yo lo veo así.
Sacerdote o pastor que baja del altar y se traslada a su salón, sacerdote o pastor que sale del templo para trasladarse a la escuela. Sacerdote o pastor que forma el alma y fortalece la mente; Sacerdote o pastor que vive su apostolado en el magisterio, entregando su vida misma a través de la enseñanza, la educación, la formación, la instrucción y la buena orientación. El maestro es: el sacerdote o el pastor transfigurado en la personalidad del auténtico Pedagogo. Es el que enseña y educa, el que corrige con amor y guía hacia la perfección. Es el que busca a toda costa la calidad de vida de sus alumnos, la felicidad y la trascendencia de sus propias vidas; homilía del conocimiento con idoneidad y ética, homilía del saber con sustentos morales. Homilía-enseñanza con el propio ejemplo de vida.
Soy maestro, y festejo junto con aquellos que también tienen la fortuna de serlo. Maestros de la verdad y de la justicia, maestros que abrazan el conocimiento y buscan con tanta ansia la Sabiduría. Soy maestro y mi compromiso está día a día con mis alumnos, con la escuela, con los padres de familia y con la sociedad. Maestros que buscan incansablemente la perfección y la felicidad de sus alumnos, a través de la pedagogía del amor, de la comprensión, del reconocimiento del dolor, de la pobreza, de la humildad, del ejemplo, del trabajo, del compañerismo, del compromiso y del profesionalismo.
A tí, Maestro, el que enseña, el pedagogo de la escuela, de tu familia y de la sociedad; a tí, el loco que ve en su mente y siente en su corazón una sociedad mejor; a tí que sientes la vida y la felicidad cuando tus alumnos encuentran el sentidos de la vida y de la verdad. A tí, mi más grato reconocimiento por ayudar en lograr el sueño que tenía el niño , el joven y el adulto… a tí mi más humilde agradecimiento.
Hoy como en todos los tiempos, el maestro – el que enseña- , es considerado como aquella persona dotada de un don especial que Dios le ha dado. Enseñar al que no sabe es una acción espiritual que toda persona debe hacer, pero fue y es el Maestro el afortunado en cumplir tal cometido.
El maestro es ante todo, un modelo de las buenas costumbres, de los buenos hábitos y de valores, que llevan al alumno a su trascendencia de su vida cotidiana. Maestro que enseña con su vida misma el sentido de la vida, de la bondad, de la justicia, de la humildad y de la verdad. Ser maestro no es una profesión, es una Vocación; es un llamado a Ser diferente, este llamado tan especial, es comparado al sacramento sacerdotal o a la vida consagrada de un pastor, quizá suene exagerado, pero yo lo veo así.
Sacerdote o pastor que baja del altar y se traslada a su salón, sacerdote o pastor que sale del templo para trasladarse a la escuela. Sacerdote o pastor que forma el alma y fortalece la mente; Sacerdote o pastor que vive su apostolado en el magisterio, entregando su vida misma a través de la enseñanza, la educación, la formación, la instrucción y la buena orientación. El maestro es: el sacerdote o el pastor transfigurado en la personalidad del auténtico Pedagogo. Es el que enseña y educa, el que corrige con amor y guía hacia la perfección. Es el que busca a toda costa la calidad de vida de sus alumnos, la felicidad y la trascendencia de sus propias vidas; homilía del conocimiento con idoneidad y ética, homilía del saber con sustentos morales. Homilía-enseñanza con el propio ejemplo de vida.
Soy maestro, y festejo junto con aquellos que también tienen la fortuna de serlo. Maestros de la verdad y de la justicia, maestros que abrazan el conocimiento y buscan con tanta ansia la Sabiduría. Soy maestro y mi compromiso está día a día con mis alumnos, con la escuela, con los padres de familia y con la sociedad. Maestros que buscan incansablemente la perfección y la felicidad de sus alumnos, a través de la pedagogía del amor, de la comprensión, del reconocimiento del dolor, de la pobreza, de la humildad, del ejemplo, del trabajo, del compañerismo, del compromiso y del profesionalismo.
A tí, Maestro, el que enseña, el pedagogo de la escuela, de tu familia y de la sociedad; a tí, el loco que ve en su mente y siente en su corazón una sociedad mejor; a tí que sientes la vida y la felicidad cuando tus alumnos encuentran el sentidos de la vida y de la verdad. A tí, mi más grato reconocimiento por ayudar en lograr el sueño que tenía el niño , el joven y el adulto… a tí mi más humilde agradecimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario